jueves, 9 de febrero de 2012

A Él





No existe lazo ya; todo está roto;
plágale al cielo así; ¡bendito sea!
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.

Te amé, no te amo ya: piénsalo al menos;
¡nunca si fuere error la verdad mire!:
que tantos años de amargura llenos
trague el olvido, el corazón respire.

Lo has destrozado sin piedad; mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano...
más nunca el labio exhalará un murmullo
para acusar tu proceder tirano.

De grandes faltas vengador terrible
dócil llenaste tu misión, ¿la ignoras?
No era tuyo el poder que irresistible
postró ante ti mis fuerzas vencedoras.

Quísolo Dios y fue: ¡gloria a su nombre!
Todo se terminó: recobro aliento,
¡Ángel de las venganzas! Ya eres hombre...
ni amor ni miedo al contemplarte ciento.

Cayó tu cetro, se embotó tu espada…
Más ¡ay! ¡Cuán triste libertad respiro!
Hice un mundo de ti que hoy se anonada,
y en honda y vasta soledad me miro.

¡Vive dichoso tú! Si en algún día
ves este adiós que te dirijo eterno,
sabe que aun tienes en el alma mía
generoso perdón, cariño tierno.

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